Acabo de regresar de Guinea-Bissau, un país africano de un millón y medio de habitantes, muy pobre y miembro del selecto grupo de Países Menos Adelantados, es decir, con bajo PIB, recursos humanos endebles (baja esperanza de vida al nacer, bajo consumo de calorías per cápita y baja matriculación escolar) y bajo nivel de diversificación económica.
Allí he tenido la oportunidad, entre otras cosas, de ver in situ como se está implementando un proyecto de Energías Renovables cofinanciado por la Unión Europea y varios socios de la Federación Humana People to People. Se trata de un proyecto de 4 años que involucra a varios miles de pequeños agricultores y sus familias y aldeas enteras en el área de Bissora, a una hora y media en coche de la capital, Bissau.
De mi estancia allí me voy a quedar con la foto que abre esta crónica, que hice yo mismo. He llegado a ese precario edificio acompañado por un técnico de ADPP-Guiné Bissau, nuestro socio local que lidera la implementación del proyecto. En ella podemos ver a cuatro personas. Ataviados con vestimenta local salta a la vista que practican la religión musulmana, como el 45% de la población del país. Son extremadamente amables y cercanos y hablan Criollo, por lo que no resulta fácil para mí entablar una conversación, pero algo nos entendemos.
El chico de la izquierda, con camiseta blanca, es maestro de escuela. El edificio de la foto es una escuela primaria en la Tabanca de Candjungudo, la única de ésta aldea. Los otros tres son los llamados Jefes de Aldea, que son los representantes de todos los habitantes de esta zona. Ellos han traído las llaves con las que han abierto las dos estancias de la escuela.
Si nos fijamos con algo más de detalle veremos que del techo cuelgan dos cables con dos pequeñas bombillas. Esto es lo que nos ha traído hasta aquí. Los cuatro anfitriones muestran orgullosos la instalación de cinco bombillas que alimentadas por un sistema de energía solar fotovoltaica permite que la escuela disponga de luz durante tres horas al día. En tabancas como esta el acceso a la energía se limitaba al uso de generadores de gasoil, lo que las familias no pueden permitirse. La nueva instalación es básica, requiere un escaso mantenimiento y permitirá iluminar la estancia durante los próximos 20 años si se utiliza correctamente. Y para ello se está ultimando la transferencia de la instalación a la comunidad, a través de sus representantes.
La comunidad será la encargada de velar por su buen uso, por su mantenimiento, por su seguridad y porque la instalación genere el valor añadido que se espera de él. En esta escuela se están organizando ya cursos de alfabetización para mujeres y clubes varios. La escuela tendrá vida desde las 19 h hasta las 22 h y la comunidad se beneficiará de este nuevo espacio.
Lo mismo sucederá en esta aldea con un centro de salud, una mezquita, un centro comunitario y un pozo con una bomba eléctrica alimentada también por un panel solar que permitirá extraer agua sin el esfuerzo que ahora dedican las mujeres.
En la jerga de cooperación hablamos muy a menudo de la “apropiación” por parte de los beneficiarios. Y éste es un muy buen ejemplo. La comunidad ha hecho suyas todas las nuevas instalaciones, establecido comités de gestión, cuidado y mantenimiento y velará por su buen uso. Podemos estar seguros que su aprovechamiento está en buenas manos. De todos modos, personal del proyecto seguirá supervisando todas las iniciativas durante los próximos tres años y compartiendo las ideas y las actividades que se van a realizar.
Rafael Mas
Departamento de Proyectos de Cooperación