10:15 de la noche de ayer 28 de marzo. Leo en elpais.com que Samsung ha vendido cinco millones de Galaxy Note en cinco meses. Un pasada, dado que se trata de un dispositivo –bautizado como padphone, dado que es un híbrido de tableta y teléfono- de gama alta, es decir, caro –desde 160 a 500 euros dependiendo de la tarifa de datos que se contrate- y, para muchos poco práctico, aunque, sí, super cool.
Mientras leo en el ordenador esta noticia, tengo puesto un ojo en el televisor, concretamente en el programa ‘Comando Actualidad’ de TVE. ‘Buena gente’ se titula el reportaje de hoy. Los protagonistas son gente anónima que desde sus posibilidades y recursos se han convertido en casi ONG’s cuyo objetivo es ayudar a otros ciudadanos anónimos en dificultades. Pero no a miles de kilómetros, sino aquí, en España. Se trata de miembros del cuarto mundo: personas desfavorecidas que tiene pocos recursos –ninguno en ciertos casos- para sobrevivir. Desde personas que han perdido su casa y el resto de sus bienes al no contar con ingresos para afrontar el pago de la hipoteca, a parados de larga duración, gente sin hogar y sin familia…
Estas micro ONG’s son de lo más variadas: plataformas para ‘frenar’ desahucios, casas de acogida autofinanciadas con la venta de muebles que recogen a domicilio y con donaciones de tiendas de alimentación (Proyecto Gloria), jubilados que dan clases gratuitas de noruego a jóvenes en paro que quieren marcharse a trabajar a Escandinavia o voluntarios que colaboran con Cáritas en la distribución de alimentos. Reconozco que me emociono al ver el reportaje. ‘Un mundo mejor y más justo es posible’, pienso. ‘Qué afortunada soy’, me digo a mi misma en voz baja por tener una familia que me cuida y estar a salvo, al menos hoy, dado que la vida da muchas vueltas, de esas dificultades.
Centro de nuevo mi atención en el ordenador y en la noticia del padphone. Paradojas del mundo actual: teléfonos ultravanguardistas valorados en cientos de euros frente a la ‘lucha’ de gente humilde a favor de ese cuarto mundo…’Un mundo mejor y más justo es posible’, pienso de nuevo. Luchemos por ello.
Elsa González Ferro
Departamento de Sueños