China es un gigante económico lleno de contradicciones: a la próspera mitad Este del país se contrapone la zona Oeste, repleta de comunidades rurales que viven a años luz del lujo de Pekín y Shanghai.
Tanto es así que Humana lleva a cabo varios proyectos de cooperación en estas zonas rurales con el propósito de trabajar codo con codo con la población local en pos de su progreso. He aquí el testimonio de dos personas involucradas en estos proyectos. Dos historias reales que nos ayudan a entender un poco mejor la realidad de esta recóndita, al menos para nosotros, región del Planeta…
Bai Yangbo es el nombre de uno de los aldeanos involucrados en el proyecto de reducción de la pobreza en Shalatuo, en la provincia de Yunnan. Tras participar en las acciones de formación sobre técnicas mejoradas de cultivo del arroz, en abril de 2011 decidió implantar este modelo agrícola en su huerto, contratando para ello a cinco vecinos de la zona. El problema surgió cuando estos cinco vecinos se mostraron reacios a trabajar con las nuevas técnicas al considerar que eran más un problema que una posible alternativa. Por ello, Yangbo les pagó el salario que les correspondía y les propuso abandonar el proyecto, dado que no creían en él.
Yangbo decidió, no obstante, seguir adelante con la ayuda de su mujer. Meses después, obtuvo una cosecha de 2.100 kilogramos de arroz, muy por encima de los 900 que conseguía habitualmente. La noticia pronto se extendió por la zona, lo que provocó que varios vecinos se interesaran por las técnicas utilizadas por Yangbo, comenzado con ello un círculo virtuoso provechoso para toda la comunidad.
La protagonista de la siguiente historia se llama Pu Yunzheng, que hace más de un año se unió a unos de los Farmers’ Club creados en Shalatuo. En una primera fase, Yunzheng recibió formación sobre plantación de maíz y arroz, así como sobre condiciones sanitarias. Posteriormente, los responsables del proyecto decidieron dar a apoyo toda la familia mediante su incorporación al programa de préstamos rotatorios de ganado, recibiendo por ello una cerda. Poco tiempo después, la cerda cayó enferma, por lo que Yunzheng pidió ayuda a uno de los responsables del proyecto, que tras visitar la casa, comprobó que las malas condiciones higiénicas del establo en el que vivía la cerda habían provocado su enfermedad.
Este pequeño contratiempo no frenó a Yunzheng, que prosiguió con su formación en torno a economía doméstica, salud y nutrición, entre otros aspectos. Se convirtió, además, en soporte para parte de sus vecinos, compartiendo sus conocimientos y prestando su ayuda en todo lo que estaba en su mano.
Hoy, la ‘granja’ de Yunzheng cuenta con 10 cerdos, tras los 9 cerditos alumbrados por la cerda procedente del préstamo rotatorio. Yunzheng entregará uno de ellos a uno de sus vecinos, multiplicando exponencialmente el efecto del programa. He aquí una foto de parte de la camada…
Para más información, pincha aquí