Ayer tuvo lugar la final de un concurso-reality-circo televisivo basado en la ‘supervivencia’ en una isla de Honduras. Una de las ‘pruebas’ más duras a la que se han enfrentado los concursantes ha sido ‘la falta de alimentos’.
Al mismo tiempo, el canal 24 horas de TVE ofrecía nueva información sobre la situación desesperada que se vive en el Cuerno de África: a la hambruna se une ahora un recrudecimiento del conflicto armado. ‘La guerra vuelve a las calles de Mogadiscio‘, titula El Pais.
Comparando ambas imágenes, ayer sentí no esa indignación 15-M tan de moda, sino vergüenza. Vergüenza propia y ajena. En nuestro acomodado mundo hiperdesarrollado disfrutamos con programas de televisión en los que se banaliza la falta de alimentos y el hecho de ‘pasar hambre’. A unos miles de kilómetros, este hecho no es ninguna broma. Es una tragedia humana: un millón y medio personas están al borde de la muerte sólo en Kenya.
Denuncian los enviados de Naciones Unidas y los representantes de las ONG’s en la zona que no son capaces de dar abasto ante la avalancha de hombres, mujeres, niños y niñas que llegan a los campamentos de refugiados después de llevar 10 días sin ingerir alimento alguno. Por un momento he pensado lo que sería que mi niña de seis meses se enfrentara a algo tan terrible, y se me han saltado las lágrimas.
Basta ya de tanta indignación porque nuestro fabuloso tren de vida se ha visto amenazado y porque nos creamos merecedores de una democracia mejor. Es hora de actuar, ya.
¡Food for all!
Rubén González
Departamento de Comunicación